Concurso para el Centro de Congresos de Cartagena

Concurso

Finalista

Convocado por

Ayuntamiento de Cartagena

Fecha

2001

Las ciudades ante la fuerza del mar, crecen sin miedo a las frágiles leyes de la tierra.

Cartagena se adentra desde el puerto, tragando sin digerir grandes masas de topografía natural. Las va albergando en su interior urbano, que las descontextualiza y convierte en potentes elementos de su morfología, atalayas urbanas a las que subir para ver el mar. 

Clavar un menhir o elevar un túmulo es construir un pilar para sostener el cielo,   una primitiva protección. El hito en la costa, vigila la fuerza del mar, que es un antiguo cielo, caído y roto. Como respuesta al lugar, no podíamos plantear una solución extendida en planta, fundida en el desorden del puerto. Debíamos elevar frente al mar,  una poderosa pieza ensimismada en una abstracción casi prehistórica. Una nueva ciudadela a la que subir y ver el mar. 

En el puerto, bajo la altura de su ciudadela, se extiende un griterío fabril sobre el que es necesario elevarse y descansar. La pieza planteada surge con gran vocación de símbolo, por cargarse del significado que la ciudad quiera aportar. Y con fuerza de signo, por responder a órdenes totales y abstractos. Así, creamos en el puerto un vacío de denso contenido regido por las leyes de la gravedad, de la geometría y de la lógica constructiva de la materia.

Este volumen inquietante, pétreo, descansa al borde del mar esperando que la ciudad se introduzca en él. Cuando un objeto es depositado con voluntad de hacerlo permanecer, el lugar se quiebra y fragmenta para encayar con fuerza la nueva pieza que lo coloniza. 

De este modo, pretendemos atrapar los recorridos urbanos principales que llegan de la ciudadela con una serie de suaves pendientes y tratamientos del suelo que nos aproximen al edificio con el ritmo y velocidad que el mismo desee imponer .El peso de la materia,  rompe el plano sobre el que se asienta para asegurar un acceso urbano ordenado y siempre desde la sombra , la fisura , el intersticio.

Arquitectos Alberto Martínez Castillo, Beatriz Matos Castaño Colaboradores David Casino, Jose Ignacio Toribio, Martina Schluter, Alejandra Martínez de la Riva, Julián Ramírez Rentero, María Langarita

Las ciudades ante la fuerza del mar, crecen sin miedo a las frágiles leyes de la tierra.

Cartagena se adentra desde el puerto, tragando sin digerir grandes masas de topografía natural. Las va albergando en su interior urbano, que las descontextualiza y convierte en potentes elementos de su morfología, atalayas urbanas a las que subir para ver el mar. 

Clavar un menhir o elevar un túmulo es construir un pilar para sostener el cielo,   una primitiva protección. El hito en la costa, vigila la fuerza del mar, que es un antiguo cielo, caído y roto. Como respuesta al lugar, no podíamos plantear una solución extendida en planta, fundida en el desorden del puerto. Debíamos elevar frente al mar,  una poderosa pieza ensimismada en una abstracción casi prehistórica. Una nueva ciudadela a la que subir y ver el mar. 

En el puerto, bajo la altura de su ciudadela, se extiende un griterío fabril sobre el que es necesario elevarse y descansar. La pieza planteada surge con gran vocación de símbolo, por cargarse del significado que la ciudad quiera aportar. Y con fuerza de signo, por responder a órdenes totales y abstractos. Así, creamos en el puerto un vacío de denso contenido regido por las leyes de la gravedad, de la geometría y de la lógica constructiva de la materia.

Este volumen inquietante, pétreo, descansa al borde del mar esperando que la ciudad se introduzca en él. Cuando un objeto es depositado con voluntad de hacerlo permanecer, el lugar se quiebra y fragmenta para encayar con fuerza la nueva pieza que lo coloniza. 

De este modo, pretendemos atrapar los recorridos urbanos principales que llegan de la ciudadela con una serie de suaves pendientes y tratamientos del suelo que nos aproximen al edificio con el ritmo y velocidad que el mismo desee imponer .El peso de la materia,  rompe el plano sobre el que se asienta para asegurar un acceso urbano ordenado y siempre desde la sombra , la fisura , el intersticio.

Arquitectos Alberto Martínez Castillo, Beatriz Matos Castaño Colaboradores David Casino, Jose Ignacio Toribio, Martina Schluter, Alejandra Martínez de la Riva, Julián Ramírez Rentero, María Langarita